- Hace más de 3.000 años ya se utilizaba el foulard en Oriente Medio. Aunque el pañuelo haya adoptado un nombre tan francés, bajo ninguna circunstancia se trata de un invento galo. En la antigüedad, se elaboraba como el vino, pisando el algodón o el lino hasta crear una especie de tela tupida y pastosa que resultaba más sencilla de procesar.
- De Oriente Medio y África, donde se llevaba por motivos religiosos y como talismán de protección respectivamente, pasó a Europa del Este. Desde allí, las judías ortodoxas y las católica popularizaron su uso entre las mujeres.
- La denominación “foulard” se le da en Francia en el siglo XVIII.
- Para las mujeres, era un adorno y una señal de respeto y discreción cubrirse la cabeza con ellos.
- La emperatriz Josefina Bonaparte, a comienzos del siglo XIX, fue una ávida coleccionista de foulards y pashminas, su versión ultra ligera y delicada traída de la India. Tanto es así que se dice que su colección llegaba a los 500 ejemplares.
- En el siglo XX, varias casas de moda pusieron al día el “foulard”, llevándolo hasta el estatus de obra de arte. Piezas a mano, dibujos de artistas, ediciones limitadas y técnicas antiguas se recrearon para uso y disfrute de las señoras.
- Hermès, la gran casa de accesorios en cuero para la equitación, comenzó en 1937 a adentrarse en colecciones de foulards, que pronto se hicieron populares entre la nobleza europea. Su cuidada elaboración y su precio, los hacían muy exclusivos. La casa florentina Pucci los puso de moda en grandes dimensiones, con un colorido etéreo y dibujos geométricos.
Esperamos que os haya gustado.